ALVARO DE LUNA, calle de
(Calle sin salida. Entrada por la C. de La Soledad)
Se formó nueva ésta calle en la década de 1990 al urbanizarse una antigua herrén. Está formada a uno y otro lado por casas modernas de aspecto tradicional.
En Villa del Prado, D. Álvaro de Luna poseía un palacio del cual se conserva la portada de piedra. Estableció la picota enfrente del palacio, junto a los caminos de Escalona y La Torre, lugar que comunicaba directamente con sus posesiones de Alamín y Escalona. No dejó muy buen recuerdo Don Álvaro en Villa del Prado, pues se ha conservado durante más de quinientos años hasta hoy una tradición oral de padres a hijos que habla de los excesos del condestable con los vecinos de éste pueblo, al cual asfixiaba con impuestos y en el cual se produjeron ejecuciones en la picota, utilizándola como horca, sucesos que Don Álvaro veía por una ventana que hay sobre el arco de la puerta de su palacio. A pesar de ello, Don Álvaro impulsó la construcción de la actual iglesia del pueblo, en la cual figuran símbolos de Santiago, a cuya Orden perteneció, y la misma dedicación del templo y un escudo en el cual se ve una luna blanca, símbolo del conde.
Don Álvaro tenía una influencia tan alta sobre el rey de Castilla, que fue acusado de dominar al monarca mentalmente mediante brujerías, acusación que también obedecía al deseo de otros nobles de quitarse de encima al condestable, el cual había derrotado a sus principales enemigos, los infantes de Aragón y la nobleza castellana en Olmedo en 1445. A la creciente manía que le empezaron a tener los nobles, seguramente no por motivos condescendientes con el pueblo, sino por ambición personal de ellos mismos, se unió la de la reina Isabel, esposa de Juan II, quien también conspiró para derrocar a D. Álvaro el cual finalmente fue procesado y declarado culpable de hechizar al rey y dominarlo, motivo por el cual fue condenado a muerte y decapitado en Valladolid en 1453. Su cabeza quedó expuesta al público durante unos días. Su cuerpo se encuentra hoy en día enterrado en la capilla de Santiago en la Catedral de Toledo en cuyo techo de figuran muchos símbolos de cruces de Santiago y lunas. Está en una labrada sepultura de mármol, para todos los pradeños y gentes de otros lugares que quieran visitar a éste antiguo señor que marcó las vidas de nuestros pueblos, que pertenece a nuestra historia y cuyo eco aun no se ha extinguido cinco siglos después.
Se formó nueva ésta calle en la década de 1990 al urbanizarse una antigua herrén. Está formada a uno y otro lado por casas modernas de aspecto tradicional.
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Don Álvaro de Luna nació en Cañete (Cuenca) hacia 1390 y fue paje del rey de Castilla. Con el paso del tiempo, fue ascendiendo de forma rápida y notable en la política de la corte y se convirtió en un señor casi todopoderoso, ejerciendo un poder enorme y acaparando para su fortuna territorios inmensos por toda Castilla, entre los cuales estaba el Castillo de Alamín y sus aldeas anejas, entre ellas Villa del Prado. Así con frecuencia encontramos por muchos puntos de Castilla "un castillo que perteneció a Don Alvaro de Luna" o "un palacio que fue de..." o "Este pueblo perteneció a..." En ésta comarca, La Adrada, Alamín, Escalona o San Martín de Valdeiglesias fueron solamente algunas pocas de sus posesiones feudales y absolutas. D. Álvaro se ganó toda la amistad y confianza del rey Juan II, y fue nombrado Condestable de Castilla en 1420, defendiendo la monarquía frente a otros poderosos nobles, sin embargo, a la vez, él se estaba convirtiendo en el más poderoso. En 1427 fue desterrado por influencias de otros nobles, pero posteriormente, formando mesnada derrotó a los musulmanes en la batalla de La Higueruela , en 1431. En Villa del Prado, D. Álvaro de Luna poseía un palacio del cual se conserva la portada de piedra. Estableció la picota enfrente del palacio, junto a los caminos de Escalona y La Torre, lugar que comunicaba directamente con sus posesiones de Alamín y Escalona. No dejó muy buen recuerdo Don Álvaro en Villa del Prado, pues se ha conservado durante más de quinientos años hasta hoy una tradición oral de padres a hijos que habla de los excesos del condestable con los vecinos de éste pueblo, al cual asfixiaba con impuestos y en el cual se produjeron ejecuciones en la picota, utilizándola como horca, sucesos que Don Álvaro veía por una ventana que hay sobre el arco de la puerta de su palacio. A pesar de ello, Don Álvaro impulsó la construcción de la actual iglesia del pueblo, en la cual figuran símbolos de Santiago, a cuya Orden perteneció, y la misma dedicación del templo y un escudo en el cual se ve una luna blanca, símbolo del conde.
Don Álvaro tenía una influencia tan alta sobre el rey de Castilla, que fue acusado de dominar al monarca mentalmente mediante brujerías, acusación que también obedecía al deseo de otros nobles de quitarse de encima al condestable, el cual había derrotado a sus principales enemigos, los infantes de Aragón y la nobleza castellana en Olmedo en 1445. A la creciente manía que le empezaron a tener los nobles, seguramente no por motivos condescendientes con el pueblo, sino por ambición personal de ellos mismos, se unió la de la reina Isabel, esposa de Juan II, quien también conspiró para derrocar a D. Álvaro el cual finalmente fue procesado y declarado culpable de hechizar al rey y dominarlo, motivo por el cual fue condenado a muerte y decapitado en Valladolid en 1453. Su cabeza quedó expuesta al público durante unos días. Su cuerpo se encuentra hoy en día enterrado en la capilla de Santiago en la Catedral de Toledo en cuyo techo de figuran muchos símbolos de cruces de Santiago y lunas. Está en una labrada sepultura de mármol, para todos los pradeños y gentes de otros lugares que quieran visitar a éste antiguo señor que marcó las vidas de nuestros pueblos, que pertenece a nuestra historia y cuyo eco aun no se ha extinguido cinco siglos después.
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